sábado, 15 de diciembre de 2007

Luna y drogas

Sabe, al despertar cada tarde,
que su vida pasada es un sueño.
Un conjunto de deliciosas pesadillas
que danzan sobre el filo
de una navaja al rojo vivo.

No distingue lo real de lo supuesto.
Cree conocer los sentimientos
con sus nombres y apellidos.
Sabe, con frialdad, si le conviene
ser de piedra o de agua hirviendo.

Y entre el Prozac y el Atenual,
y el Zoloft y el Rivotril
la ve a ella (desnuda, hermosa, enamorada)
desafiando al mismo sol
con el torrente azabache de su melena suave.

Él da media vuelta hacia la Luna
ignorando que no ignora lo que está dejando atrás.
Y una lágrima se le escapa al Atarax.
Y volviendo la mirada grita "lo siento".
Pero ella ya no está.

Y un pañuelo de Veniz
le ayuda a secar su mejilla.
Ella quiso dominar al sol radiante
y él optó por la Luna nueva,
inestable, dependiente.

Ella llora, se siente mal, pero está bien.
Él sonríe, se siente tranquilo, pero está mal.
Siguen sus rumbos (casi) sin mirar atrás.
Tal vez el próximo eclipse llegue muy tarde,
o tal vez no.

No hay comentarios.: